y vea usted...



Los poetas de las culturas precolombinas figuran con nombres que casi se los han inventado, porque era una poesía casi anónima. El poeta era un hombre elegido por la comunidad (el sentido funcional de la cultura que tanto asusta a algunos señores ya existió, y en qué forma) y cumplía una función en el mejor sentido de la palabra. Se lo elegía como se elegía para médico al hombre con cierto ojo. Se lo eximía de los trabajos más rudos y las canciones de él acompañaban y daban ritmo al trabajo, y vea usted entonces, cómo ese hombre en las épocas primitivas estaba integrado y no se sentía disminuido ni disminuía a la sociedad, porque ésta lo necesitaba. El poeta ahora realiza su función, diremos, muy azarosamente. Cuántos mueren sin hacer llegar su voz a los otros. (Los amigos de Víctor Segalen descubrieron que hacía versos cuando murió.) Cuántos se malogran, de cuántos se adivina que podían haber nacido o si han nacido mueren en los primeros meses. Creo que la poesía se integrará, que el poeta tendrá, no en el sentido de responsabilidad como ahora, sino que él lo sentirá. Porque una cosa es el deber como una presión, y otra cosa es el deber que uno siente como responsabilidad.

Juan L. Ortiz

En la vida todo es ir

 por Serrat en: http://www.youtube.com/watch?v=gko1ZDpvxXY

"En la vida todo es ir
a lo que el tiempo deshace.
Sabe el hombre dónde nace
y no dónde va a morir."

El hombre que en la montaña
por la cruz de algún camino
oye la voz del destino,
se aleja de su cabaña.
Y prosiguiendo su hazaña
se dirige al porvenir
una esperanza a seguir.
Mas no ha de volver la cara,
pues la vida es senda rara:
en la vida todo es ir.

Miro esa palma que airosa
su corona al sol ostenta
y miro lo que aparenta
la esplendidez de la rosa.
Contemplo la niña hermosa
riendo a lo que le place,
y lo que el viento le hace
a la hoja seca del jobo:
es la vida como un robo
a lo que el tiempo deshace.

Tuve un hermano que dijo
"Cuando salí de Collores..."
Así cantó sus amores
al Valle del que fue hijo.
Una y otra vez maldijo
la gloria que en letras yace,
(y en que su nombre renace),
pues que llegó a comprender
lo poco que es el saber:
sabe el hombre dónde nace.

No hay más. Un solo camino
que se quisiera tomar,
mas la suerte del andar
maltrata y confunde el tino.
Nadie niegue su destino.
Es que ser hombre es seguir
y un ideal perseguir
por la vida hacia delante,
sabiendo lo que fue enante
y no dónde va a morir.

Juan Antonio Corretjer

Los amorosos (J. Sabines)




Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.

Lo bueno del robo




A través de muchos años de trabajo con los temas de la “captura” y “el robo del tesoro” y de análisis de muchos hombres y mujeres he llegado a percibir en el proceso de individuación de casi todo el mundo la existencia de por lo menos un único robo significativo. Algunas personas lo califican del robo de su “gran oportunidad” en la vida. Otras lo definen como un hurto de amor o de robo del propio espíritu y debilitación del sentido del yo. Otras lo describen como una distracción, una pausa, una interferencia o una interrupción de algo que es vital para ellas: su arte, su amor, su sueño, su esperanza, su creencia en la bondad, su desarrollo, su honor, sus esfuerzos.

La mayoría de las veces este importante robo se produce en la persona desde su punto de menor visibilidad. Se produce en las mujeres por ingenuidad, por ignorancia de los motivos de los demás, por inexperiencia en la proyección de lo que podría ocurrir en el futuro, por no prestar atención a todas las claves del ambiente.
Las personas que han sufrido esta clase de robo no son malas. No están equivocadas. No son estúpidas. Pero son considerablemente inexpertas o se encuentran en un estado de modorra psíquica.

Sería un error atribuir semejantes estados sólo a los jóvenes. Pueden darse en cualquier persona independientemente de la edad, el origen étnico, los años de escolarización e incluso las buenas intenciones. Está claro que el hecho de sufrir un robo evoluciona hasta convertirse inexplorablemente en una misteriosa oportunidad de iniciación arquetípica para las personas que se ven atrapadas en él, que son casi todas.

El proceso de recuperación del tesoro y de establecimiento de la manera en que uno repondrá existencias desarrolla en la psique cuatro planteamientos vitales. Cuando nos enfrentamos cara a cara con este dilema y efectuamos el descenso al Río bajo el Río:

- fortalecemos enormemente nuestra determinación de recuperar la conciencia,

- aclara con el tiempo qué es lo más importante para nosotras,

- nos hace experimentar la imperiosa necesidad de elaborar un plan para liberarnos psíquicamente o de otro modo y para utilizar nuestra recién adquirida sabiduría,

- finalmente –lo más importante- desarrolla nuestra naturaleza medial, esta salvaje y perspicaz parte de la psique que también puede atravesar el mundo del alma y el mundo de los seres humanos.

C. Pinkola Estes
 

Un relámpago herido




Fue un relámpago herido, un serrano
relámpago en la piel esa corriente
de rumor imantado y sonriente
fertilizada al roce de la mano.

Fuera un error desatenderlo, un vano
tesón no asir esa atadura ardiente,
como si fuese a rechazar de frente
su propio ardor la tierra en el verano.

Fuera en vano evitarlo; quedaría
sobre toda la piel la tostadura
de una llaga solar jamás curada.

Ni tuviese la mano esa alegría
de germen y de afán de sembradura
con que la tuya la dejó quemada.

Elvio Romero






Sanar y ya



Hay una historia acerca del Buda en la que uno de sus estudiantes le hace una pregunta muy especulativa y retórica. El Buda responde con la historia de un hombre que ha sido herido por una flecha envenenada. A continuación el Buda pregunta:

-¿Acaso ese hombre diría: “No permitiré que me saquen la flecha hasta que sepa de qué tribu era el arquero que la disparó, o a qué familia pertenecía, o qué hacía para ganarse la vida, o de qué madera está hecha la flecha?”.

De la misma forma, yo tampoco responderé a aquellos que quieren saber si el universo es finito o infinito, si hay o no hay Dios, u otras cuestiones parecidas.

¿Y qué es lo que enseño? La causa del sufrimiento y el camino para su remedio”.