Puesto que en el bardo nuestra mente es muy ligera, móvil y
vulnerable, cualquier pensamiento que surja, bueno o malo, tiene un poder y una
influencia tremendos.
Sin un cuerpo físico que nos sirva de base, los pensamientos
se convierten de hecho en realidad.
(…) El punto clave en el bardo del devenir, entonces, es el
poder abrumador del pensamiento. Este momento crucial nos halla completamente a
merced de cualesquiera hábitos y tendencias que hayamos dejado crecer y dominar
nuestra vida. Si no controlas esos hábitos y tendencias ahora, en vida,
impidiéndoles que se apoderen de tu mente, en el bardo del devenir serás su
víctima impotente, zarandeada de un lado a otro por su poder.
(…) Del mismo modo se dice, un solo pensamiento positivo en
este bardo puede conducir directamente a la Iluminación.
(…) Así pues, siempre que recobres repentinamente la
conciencia en este bardo, siquiera por un instante, recuerda de inmediato tu
conexión con la práctica espiritual, acuérdate de tu maestro o buda e invócalos
con todas tus fuerzas.
Si durante la vida has cultivado el reflejo natural de rezar
cuando las cosas se ponen difíciles o críticas o escapan a tu control, serás
capaz de invocar al instante a un ser iluminado, ya sea Buda o Padmasambhava,
Tara o Avalokiteshvara, Jesucristo o la Virgen María. Si eres capaz de
invocarlos fervientemente, con devoción concentrada y con todo tu corazón, por
el poder de su bendición tu mente será liberada en el espacio de la mente de sabiduría
del ser iluminado.
Sogyal Rimpoché, El libro tibetano de la vida y de la muerte.