- No patrón; no que me mande
por la noche hasta el piquete
porque sale el Kambá-Bolsa,
y le tengo miedo al duende.
Kambá-Bolsa es un fantasma
que callado se aparece
y a traición por el oscuro
nos asalta de repente;
pone lana en nuestra boca
así nadie grita fuerte
y la sangre de los chicos
chupa toda cuando puede.
Sí patrón: usté lo sabe.
Yo le soy muy obediente
y aunque sea muchachito
mande usté lo que desee,
que yo nunca del trabajo
digo todo lo que duele.
Nunca lloro por la espina
que me clava de repente
no me quejo de la helada,
no me fijo cuando llueve
y las lágrimas me trago
aunque alguno me golpee...
Pero, no que mi patrón:
no me mande hasta el piquete
que escondido en el oscuro
traicionero ronda el duende.
Yo de día me defiendo
aunque fuera con rebenque,
pero en medio de la noche,
ya es la cosa diferente.
Cuando sea mayordomo,
che patrón, y usté me premie
entregándome el revólver
que en su cinto siempre tiene,
con la bala que usté elija
¡yo le mato nikó al duende...!
...los tres elementos que nos componen: cuerpo, palabra y mente. Sogyal Rimpoché Libro tibetano de la vida y de la muerte.
Pan y trabajo
Hyakujo, un maestro Zen, acostumbraba trabajar con sus discípulos aún teniendo ochenta años; cortando el pasto del jardín, limpiando el suelo y podando los árboles.
Los discípulos sentían pena al ver trabajar tan arduamente al anciano maestro, pero ellos sabían que él no escucharía sus consejos de dejar de hacerlo. Entonces resolvieron esconder sus herramientas. Aquél día el maestro no comió. Lo mismo ocurrió el día siguiente, y el otro.
Debe estar enojado porque hemos escondido sus herramientas. -pensaron los discípulos- Es mejor que las coloquemos nuevamente en su lugar.
El día que ellos lo hicieron, el maestro trabajó y comió como antes.
Por la noche simplemente los instruyó diciendo:
"Si no hay trabajo, no hay comida".
todavía
No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo
tus manos y sin embargo
todavía no lo creo
tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto
nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa
sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía
pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro
y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido
y si beso la osadía
y el misterio de tus labios
no habrá dudas ni resabios
te querré más
todavía.
del muy querido Mario Benedetti.
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo
tus manos y sin embargo
todavía no lo creo
tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto
nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa
sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía
pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro
y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido
y si beso la osadía
y el misterio de tus labios
no habrá dudas ni resabios
te querré más
todavía.
del muy querido Mario Benedetti.
a ventura (uno de alejandra pizarnik)
La última inocencia
Partir
en cuerpo y alma
partir.
Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.
He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más fila para morir.
He de partir
Pero arremete ¡viajera!
Alejandra Pizarnik
Partir
en cuerpo y alma
partir.
Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.
He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más fila para morir.
He de partir
Pero arremete ¡viajera!
Alejandra Pizarnik
Jaculatoria
No te mueras todavía.
Tu tristeza a mí me salva
lo mismo que tu alegría.
Malva al alba,
amarillo al mediodía
y a la noche otra vez malva.
No te mueras todavía.
No tienes un color fiel,
te van todos los colores
de la gama.
Ocre si estás en la cama,
verde si estás en la hiel,
gris acero si cruel,
azul negro en la porfía
y colorado en la llama
de fiesta y de rebeldía.
Que no te cuelguen cartel,
no te mueras todavía.
Echa tus tonos al día
como a una hoguera y confía,
que lo que arde no se pierde.
Me caliento en tus colores.
Aún te quedan resplandores
de naranja y ya eres verde
con una estría de rojo
y de turquesa otra estría.
Tu confusión es la mía
y en mi espejo la recojo.
No te mueras todavía.
Ni te quedes condenado
sólo al blanco o al morado,
ni te vuelvas transparente,
tan simple y desustanciado
como te quiere la gente.
Tú engrosa el caldo del día
que aún hay quien oye y quien siente
lo pasado y lo presente.
No te mueras todavía.
Y en tiempo de incertidumbre
arde también en su lumbre,
tan exenta de color
que corroe los que había.
No caigas en la costumbre
de inventar vida y amor
si el almacén se vacía.
A pie quieto en el terror,
a solas en la agonía
y aun cuando nada te alumbre,
no te mueras todavía.
Carmen Martín Gaite
Tu tristeza a mí me salva
lo mismo que tu alegría.
Malva al alba,
amarillo al mediodía
y a la noche otra vez malva.
No te mueras todavía.
No tienes un color fiel,
te van todos los colores
de la gama.
Ocre si estás en la cama,
verde si estás en la hiel,
gris acero si cruel,
azul negro en la porfía
y colorado en la llama
de fiesta y de rebeldía.
Que no te cuelguen cartel,
no te mueras todavía.
Echa tus tonos al día
como a una hoguera y confía,
que lo que arde no se pierde.
Me caliento en tus colores.
Aún te quedan resplandores
de naranja y ya eres verde
con una estría de rojo
y de turquesa otra estría.
Tu confusión es la mía
y en mi espejo la recojo.
No te mueras todavía.
Ni te quedes condenado
sólo al blanco o al morado,
ni te vuelvas transparente,
tan simple y desustanciado
como te quiere la gente.
Tú engrosa el caldo del día
que aún hay quien oye y quien siente
lo pasado y lo presente.
No te mueras todavía.
Y en tiempo de incertidumbre
arde también en su lumbre,
tan exenta de color
que corroe los que había.
No caigas en la costumbre
de inventar vida y amor
si el almacén se vacía.
A pie quieto en el terror,
a solas en la agonía
y aun cuando nada te alumbre,
no te mueras todavía.
Carmen Martín Gaite
las pequeñas salvaciones
El jardín
Flores azules, rojas, amarillas
-allá, detrás de las rocas-
forman con el viento
un río de susurros transparentes.
Inclina la cabeza:
cuando estés por caer, arrasado,
busca el susurro de los pétalos húmedos.
Marcelo Pichon Riviére
miedo
Lunes, de luna plena
y todo el mundo vive en su silencio
y el cielo que es el mar de mi ciudad
todo está pasando, lo claro y el sueño
y a veces tengo miedo de morir
y a veces tengo miedo de nacer
y a veces ya no se por qué razón
le temo al miedo
Podría estar aquí o estar allá
vivir en un jardín o en un corral
el monstruo que me mata, me mata, me mata,
vive dentro
Cuando calma la marea
siento el aire del deseo
Veo al miedo como a un niño
Veo al miedo como a un necio
Y entonces siento ganas de salir
Y entonces siento ganas de llorar
reír o dibujar no importa
ya no existe el miedo
podría estar allí o estar allá
vivir en un jardín o un corral
Si el monstruo que me mata, me mata, me mata
vive dentro
Hay un halo de luz que quiebra el miedo
Hay un toque de amor que inunda el sueño
D. Frenkel ~ La Portuaria
y todo el mundo vive en su silencio
y el cielo que es el mar de mi ciudad
todo está pasando, lo claro y el sueño
y a veces tengo miedo de morir
y a veces tengo miedo de nacer
y a veces ya no se por qué razón
le temo al miedo
Podría estar aquí o estar allá
vivir en un jardín o en un corral
el monstruo que me mata, me mata, me mata,
vive dentro
Cuando calma la marea
siento el aire del deseo
Veo al miedo como a un niño
Veo al miedo como a un necio
Y entonces siento ganas de salir
Y entonces siento ganas de llorar
reír o dibujar no importa
ya no existe el miedo
podría estar allí o estar allá
vivir en un jardín o un corral
Si el monstruo que me mata, me mata, me mata
vive dentro
Hay un halo de luz que quiebra el miedo
Hay un toque de amor que inunda el sueño
D. Frenkel ~ La Portuaria
Me está sobrando guitarra - Atahualpa Yupanqui
Como yo no soy cantor,
me está sobrando guitarra
para cantar como canto,
con las bordonas me basta.
Pobre corazón el mío
herido por la distancia
pa’ que no miren su pena
se tapa con la guitarra.
Para entibiar mis recuerdos,
tengo un fogón en mi casa
y mesmo sin darme cuenta
se acortan mis madrugadas.
No quiero apero de lujo,
ni quiero espuelas de plata
es otra luz la que busco,
otro brillo me hace falta.
Seis cuerdas son muchas cuerdas
pal que sabe poco y nada
para cantar como canto,
me está sobrando guitarra
para cantar como canto,
con las bordonas me basta.
algo hay
A propósito de la palabra dios
Decirla
Nombrarla
Pedirle
Temerle
Mirarla
Tocarla
Negarla
Gritarla
Creo en todo este caos
Creo en toda esta locura
Crímenes y torturas
Que un día terminarán
Creo en tanta injusticia
Y en la ley de la selva
Vivir es una guerra
Que un día terminará
Yo creo sin embargo
Que en medio del incendio
Cuando todo está ardiendo
Algo hay
Belleza de los locos
Crepúsculos en llamas
Infancia destrozada
Algo hay
Laberintos rabiosos
Espejos sin salida
Amor enceguecido
Algo hay
Ruleta de esperanzas
Recuerdos como flechas
Domingo interminable
Algo hay
Besar por vez primera
Luchar contra el olvido
Inútiles reencuentros
Algo hay
Balazos en la boca
El sol negro de pena
Elegir el olvido
Algo hay
Locura del planeta
Razón del universo
Que ignora el bien y el mal
Tambores en la noche
Repiten la palabra
Obsesa como el mar
Saber que no hay respuesta
Y decir sin embargo
Algo hay Algo hay
Mario Trejo
Decirla
Nombrarla
Pedirle
Temerle
Mirarla
Tocarla
Negarla
Gritarla
Creo en todo este caos
Creo en toda esta locura
Crímenes y torturas
Que un día terminarán
Creo en tanta injusticia
Y en la ley de la selva
Vivir es una guerra
Que un día terminará
Yo creo sin embargo
Que en medio del incendio
Cuando todo está ardiendo
Algo hay
Belleza de los locos
Crepúsculos en llamas
Infancia destrozada
Algo hay
Laberintos rabiosos
Espejos sin salida
Amor enceguecido
Algo hay
Ruleta de esperanzas
Recuerdos como flechas
Domingo interminable
Algo hay
Besar por vez primera
Luchar contra el olvido
Inútiles reencuentros
Algo hay
Balazos en la boca
El sol negro de pena
Elegir el olvido
Algo hay
Locura del planeta
Razón del universo
Que ignora el bien y el mal
Tambores en la noche
Repiten la palabra
Obsesa como el mar
Saber que no hay respuesta
Y decir sin embargo
Algo hay Algo hay
Mario Trejo
Murakami ad hoc, o Cómo te quedó el ojo
La miro a la cara.
-¿Cuánto tardaré en acostumbrarme a este lugar?
-¿Cuánto tiempo? -repite ella. y mueve despacio la cabeza en ademán negativo-. No lo sé. no es una cuestión de tiempo. No tiene nada que ver con la cantidad de tiempo. cuando llegue el momento, tú ya te habrás acostumbrado.
(...)
-¿El momento?
-El momento en que tú descubras que no es necesario cortarte nada de ti mismo para arrojarlo fuera. Nosotros no lo desechamos, nosotros los asimilamos en nuestro interior.
-¿Y yo lo asimilaré en mi interior?
-Sí.
-Entonces -pregunto-, cuando ya lo haya asimilado, ¿qué diablos ocurrirá?
La niña reflexiona con la cabeza algo ladeada. Un gesto muy natural. Su flequillo también se ladea al compás del movimiento de cabeza.
-Pues, quizá, que tú seas enteramente tú -dice.
-O sea, que yo ahora no soy enteramente yo.
-Tú, ahora, eres tú más que de sobra -dice ella. reflexiona un poco-. a lo que yo me refiero es a algo ligeramente diferente. Pero no sé explicarlo con palabras.
-¿Que no lo entenderé hasta que llegue el momento en que lo experimente en la realidad?
Ella asiente.
Haruki Murakami
Kafka en la orilla
-¿Cuánto tardaré en acostumbrarme a este lugar?
-¿Cuánto tiempo? -repite ella. y mueve despacio la cabeza en ademán negativo-. No lo sé. no es una cuestión de tiempo. No tiene nada que ver con la cantidad de tiempo. cuando llegue el momento, tú ya te habrás acostumbrado.
(...)
-¿El momento?
-El momento en que tú descubras que no es necesario cortarte nada de ti mismo para arrojarlo fuera. Nosotros no lo desechamos, nosotros los asimilamos en nuestro interior.
-¿Y yo lo asimilaré en mi interior?
-Sí.
-Entonces -pregunto-, cuando ya lo haya asimilado, ¿qué diablos ocurrirá?
La niña reflexiona con la cabeza algo ladeada. Un gesto muy natural. Su flequillo también se ladea al compás del movimiento de cabeza.
-Pues, quizá, que tú seas enteramente tú -dice.
-O sea, que yo ahora no soy enteramente yo.
-Tú, ahora, eres tú más que de sobra -dice ella. reflexiona un poco-. a lo que yo me refiero es a algo ligeramente diferente. Pero no sé explicarlo con palabras.
-¿Que no lo entenderé hasta que llegue el momento en que lo experimente en la realidad?
Ella asiente.
Haruki Murakami
Kafka en la orilla
Ya no estás ~ Las Pelotas
Es como el agua que se escurre entre los pies
como es el viento de verano alguna vez
como la sombra de montaña que vos ves
como el desierto y la historia que sabés
Es como barro que refresca tu niñez
es como cuando te permites no saber
cómo quisiera alcanzarte alguna vez
o te siguiera para nunca más volver y
sentir, sentir, sentir, sentir
Imaginando desde la cama
y no te encuentro en ningún lugar
Quisiera verte esta mañana
para olvidarme que ya no estás
Quizás un día volverás a ver como es
disfrutarás como cuando recién sabés
no alcanzarán a lastimarte otra vez
... y te siguiera para nunca más volver y
sentir, sentir, sentir, sentir
Posmos
¿Sabes, Hoshino? Dios sólo existe en la mente de los hombres. Y especialmente en Japón, para bien o para mal, en lo que respecta a Dios somos muy flexibles. Una prueba de ello es que el emperador, que era Dios antes de la guerra, al recibir del comandante del ejército de ocupación, el general Mac Arthur, la orden: “¡Deja ya de ser Dios!”, le contestó: “¡Vale! Ya sólo soy una persona normal”, y, desde 1946, dejó de ser Dios. El Dios de Japón era así de fácil de ajustar. Viene un militar norteamericano con gafas de sol y una pipa barata entre los dientes, le da una simple orden y Él cambia de naturaleza. Eso es el no va más de la posmodernidad. Si crees que existe, existe. Si crees que no existe, no existe. Yo jamás me he preocupado por esos detalles.
Haruki Murakami
Kafka en la orilla
Idéntico amor
Las sonámbulas
En mi villa natal
había una madre y una hija que andaban mientras dormían.
Una noche,
mientras el silencio envolvía la tierra, la madre y la hija iban andando
dormidas hasta que se encontraron en su jardín oculto por la niebla.
La madre habló
primero:
“¡Por fin,
enemiga mía; por fin puedo decírtelo! ¡Tú has destruido mi juventud y has
construido tu vida sobre las ruinas de la mía! Si pudiera, ¡me gustaría
matarte!”
Y contestó la
hija:
“¡Oh, mujer
odiosa! ¡Eres egoísta y vieja! ¡Te interpones entre mi libertad y mi yo!
¡Querrías que mi vida no fuera más que un eco de tu vida marchita! ¡Me gustaría
verte muerta!”
En aquel momento
cantó el gallo, y las dos mujeres se despertaron.
“¿Eres tú, amor
mío?”, dijo la madre cariñosa.
“Sí, soy yo,
madre querida”, replicó la hija con idéntico amor.
Khalil Gibran
invento
Invento el amor porque soy poeta
y las palabras son el palacio de humo
en el que vivo
en el que hago y deshago la realidad
invocando noches y mañanas exquisitamente inmóviles
en las que imagino que haciendo el amor
hago un mundo entero
océanos y bosques
y toda una generación de niños tornasoles.
Gioconda Belli
Gabi
Destino
Canto latente
Temerosa respiración
La séptima nota regresa aureando
Es el nombre olvidado
en el aljibe de agua fresca y lejana
que camina entre las piedras
con la mirada hacia el cielo
Sin brújula y sin nombre.
Trébol
El niño dice:
quiero conocer el mundo
mi flor es la más bella
y sueño con rayuelas.
El joven dice:
sospecho del mundo
la rosa tiene espina
Sueño
y dejo el deseo
para empezar a amar.
El viejo dice:
te ofrezco mis ojos ciegos de luz.
Vuelo afirmado
El silencio no existe
El vacío colma
La soledad acompaña
Ya puedo poner el piso
en mi casa.
Canto latente
Temerosa respiración
La séptima nota regresa aureando
Es el nombre olvidado
en el aljibe de agua fresca y lejana
que camina entre las piedras
con la mirada hacia el cielo
Sin brújula y sin nombre.
Trébol
El niño dice:
quiero conocer el mundo
mi flor es la más bella
y sueño con rayuelas.
El joven dice:
sospecho del mundo
la rosa tiene espina
Sueño
y dejo el deseo
para empezar a amar.
El viejo dice:
te ofrezco mis ojos ciegos de luz.
Vuelo afirmado
El silencio no existe
El vacío colma
La soledad acompaña
Ya puedo poner el piso
en mi casa.
Gabriela Cataldi
La gota de aire
Gradiva ediciones
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