-Baila –dijo el hombre carnero-. No dejes de bailar mientras
suena la música. ¿Lo entiendes? Baila. No dejes de bailar. No pienses por qué
lo haces. No le des vueltas ni le busques significados. En realidad no
significa nada. Si te pones a pensar las piernas se detienen. Y si eso
sucediera, servidor no podría hacer nada para ayudarte. Tu conexión
desaparecería. Para siempre. Entonces ya sólo podrías vivir en este mundo. Te verías
arrastrado desde aquel mundo hasta este mundo. Así que no permitas que tus
piernas se detengan. Por muy ridículo que te parezca, no dejes de bailar. Lograrás
que lo que ya está endurecido empiece a distenderse. Todavía deberías estar a
tiempo. Utiliza todos tus recursos. Echa el resto. No tienes nada que temer. Estás
cansado, lo sé. Cansado y asustado. A todos nos sucede. A veces sentimos que
todo es un gran error. Y entonces las piernas se detienen.
Alcé la miradas y observé la sombra proyectada en la pared.
-Pero no queda más remedio que bailar –prosiguió el hombre
carnero-. Y hacerlo lo mejor que puedas. Deslumbrando a todos. Si lo haces así,
quizá pueda ayudarte. Así que baila, baila mientras no cese la música.
Hariku Murakami
Baila, baila, baila.