Y yo comprobaba que el hecho de ser una señora en una situación inapropiada ahogaba a una mujer en lugar de ayudarla a respirar. Para reír hay que poder exhalar el aire e inspirar en rápida sucesión. Sabemos por la quinesiología y otras terapias corporales, que el hecho de inspirar nos hace experimentar sensaciones y que, cuando no queremos sentir nada, contenemos la respiración.
Cuando se ríe, la mujer respira libremente y, al hacerlo, es posible que empiece a experimentar sensaciones no autorizadas. ¿Y qué clase de sensaciones son esas? Pues bien, en realidad, no son sensaciones sino un alivio y un remedio para las sensaciones, un alivio y remedio que a menudo dan lugar a la liberación de lágrimas reprimidas y a la recuperación de recuerdos olvidados o a la rotura de las cadenas de la personalidad sensual.
Clarissa Pinkola Estés
Mujeres que corren con los lobos