Poetica I


De manhã escureço
de dia tardo
de tarde anoiteço
de noite ardo.

A oeste a morte
contra quem vivo
do sul cativo
o este é meu norte.

Outros que contem
passo por passo:
eu morro ontem

Nasço amanhã
ando onde há espaço:
– Meu tempo é quando.



Vinicius de Moraes
Livro de sonetos, 1991.

hablar sin hablar sin mirar sin estar

Sentado en la silla, me quedo contemplando su figura de espaldas. El movimiento de su cuerpo, cómo avanzan sus piernas. Todos sus gestos rebosan elegancia y naturalidad. No sé expresarlo bien, pero poseen algo especial. Parece que ella, a través de su espalda, me esté comunicando algo. Algo que no se puede formular con palabras. Algo que no puede transmitirse cara a cara. Pero no sé de qué se trata. Porque son muchas las cosas que ignoro.

Haruki Murakami
Kafka en la orilla

enteros o a mitades


- Según la historia de Aristófanes que sale en El banquete de Platón, en el mundo mítico de la antigüedad había tres clases de seres humanos –dice Oshima-. ¿Lo sabías?
- No –respondo.
- El mundo antiguo no estaba compuesto por hombres y mujeres sino por hombres-hombres, hombres-mujeres, mujeres-mujeres. Es decir, que un ser humano comprendía dos personas de ahora. Y así vivían todos satisfechos y felices. Sin embargo, los dioses los partieron a todos con un cuchillo por la mitad. De un corte limpio. Como resultado, el mundo se dividió en hombres y mujeres, y desde entonces los seres humanos van corriendo desesperados de un lado para otro buscando la mitad que les falta.
- ¿Y por qué hicieron los dioses eso?
- ¿Partir los seres humanos en dos? Pues vete a saber. Los actos de los dioses nunca son fáciles de comprender. Los dioses son irascibles y tienden a ser, ¿cómo te diría?, excesivamente idealistas. Puestos a suponer, tal vez se tratase de algún castigo. Como la expulsión de Adán y Eva del Paraíso que sale en la Biblia.
- El pecado original –digo.
- Exacto. El pecado original –dice Oshima. Y hace oscilar el largo lápiz entre los dedos índice y corazón como si fuera una balanza. En definitiva, lo que quería decirte es lo siguiente: para un ser humano es muy duro vivir solo.

Haruki Murakami
Kafka en la orilla

c a a a m b i a todo cambia

Todo cambia

Cambia lo superficial
cambia también lo profundo
cambia el modo de pensar
cambia todo en este mundo

Cambia el clima con los años
cambia el pastor su rebaño
y así como todo cambia
que yo cambie no es extraño

Cambia el más fino brillante
de mano en mano su brillo
cambia el nido el pajarillo
cambia el sentir un amante

Cambia el rumbo el caminante
aunque esto le cause daño
y así como todo cambia
que yo cambie no es extraño

Cambia, todo cambia
Cambia, todo cambia

Cambia el sol en su carrera
cuando la noche subsiste
cambia la planta y se viste
de verde en la primavera

Cambia el pelaje la fiera
cambia el cabello el anciano
y así como todo cambia
que yo cambie no es extraño

Pero no cambia mi amor
por mas lejos que me encuentre
ni el recuerdo ni el dolor
de mi tierra y de mi gente

Y lo que cambió ayer
tendrá que cambiar mañana
así como cambio yo
en esta tierra lejana.

Julio Numhauser

Y mientras tanto el sol se muere

Todavía no usé mi milagro de hoy
(que corta es la vida, mi amor!)
No voy a buscar más consuelos tontos
si pasa algo malo esta vez.

Te voy a buscar
en la oscuridad

Yo no sé si pueda volver a encontrarte, amor
si Dios no me quiere en tu eternidad
Sueño con que duermo, no lleno mi tumba aún
y un poquito tarde esta vez se va a hacer…

Y mientras tanto el sol se muere
y no parece importarnos
Mientras te quiero el sol se apaga
y si Dios queda en nada o no existe
te amaré mucho más.

Te voy a encontrar
en la oscuridad

Algún día, pronto, una de mis vidas
va a intentar matarme y lo va a lograr
¿Cómo será andar solito allá en la muerte?
Ay! mi amor... ya sin vos… sin tu sueño…

Yo no sabría echarte de menos
(soy un ladrón que robó dolor)
y si te pierdo camino a casa
ya te dije esto antes… linda mía
...te voy a encontrar

te voy a buscar
y te voy a encontrar...

La fuga


Madre mía, en el sueño
ando por paisajes cardenosos:
un monte negro que se contornea
siempre, para alcanzar el otro monte;
y en el que sigue estás tú vagamente,
pero siempre hay otro monte redondo
que circundar, para pagar el paso
al monte de tu gozo y de mi gozo.

Mas, a trechos tú misma vas haciendo
el camino de burlas y de expolio.
Vamos las dos sintiéndonos, sabiéndonos,
mas no podemos vernos en los ojos, y no
podemos trocarnos palabra,
cual la Eurídice y el Orfeo solos,
las dos cumpliendo un voto o un castigo,
ambas con pies y con acentos rotos.

Pero a veces no vas al lado mío:
te llevo en mí, en un peso angustioso
y amoroso a la vez, como pobre hijo
galeoto a su padre galeoto,
y hay que enhebrar los cerros repetidos,
sin decir el secreto doloroso:
que yo te llevo hurtada a dioses crueles
y que vamos a un Dios que es de nosotros.

Y otras veces ni estás cerro adelante,
ni vas conmigo, ni vas en mi soplo:
te has disuelto con niebla en las montañas,
te has cedido al paisaje cardenoso.
Y me das unas voces de sarcasmo
desde tres puntos, y en dolor me rompo,
porque mi cuerpo es uno, el que me diste,
y tú eres un agua de cien ojos,
y eres un paisaje de mil brazos,
nunca más lo que son los amorosos:
un pecho vivo sobre un pecho vivo,
nudo de bronce ablandado en sollozo.

Y nunca estamos, nunca nos quedamos,
como dicen que quedan los gloriosos,
delante de su Dios, en dos anillos
de luz, o en dos medallones absortos,
ensartados en un rayo de gloria
o acostados en un cauce de oro.

O te busco, y no sabes que te busco,
o vas conmigo, y no te veo el rostro;
o en mí tú vas, en terrible convenio,
sin responderme con tu cuerpo sordo,
siempre por el rosario de los cerros,
que cobran sangre por entregar gozo,
y hacen danzar en torno a cada uno,
¡hasta el momento de la sien ardiendo,
del cascabel de la antigua demencia
y de la trampa en el vórtice rojo!

Gabriela Mistral

Tomate el palo




Miss Bolivia
Leo García

Para vos, gato
Al final yo tenia razón, me decias mentiras mi amor.
Me zarpaste bien el corazón
y ahora lloro y me duele un monton.
Simulaste una separación
y a ella la llevaste a nuestra habitación,
la besaste junto a nuestra foto de Europa
y le diste masa en mi colchón.

Y ahora las mañanas ya no son las mañanas
ya no tienes mi presencia que sana.
Me buscas, me escribes por Facebook, me llamas
Me parece a mi o te quedo fría la cama?
Que garrón, te fuiste de mi casa sin pedir perdón
Ahora mis amigos te dicen traidor porque me rompiste el corazón

Y ahora queres volver
Pero tomate el palo, y ahora tomatelo
Y ahora tomate el palo, y ahora tomatelo.
Y que Dios te bendiga, y yo te digo adiós
A la gilada ni cabida mi vida ahora decido yo.

A mi corazón le pusiste tierra
Con tus mentiras me hiciste mierda
Y tengo esta herida que sangra y no cierra y no se que hacer.
Decime algo Leo

Hola, mejor que mala acompañada sola,
Afuera hay veinte pibas haciendo cola
Si yo fuera vos les daría bola
Vamos a menear la rola
Y digo que la tienes que dejar
Si no te supo respetar
Pero no tienes que olvidar
Que hay amor del bueno y que esta por llegar
(suéltalo)
El dolor no funciona
(suéltalo)
Liberate y perdona
(suéltalo)
Hay que limpiar la zona
Para volver a nacer otra vez.

Y ahora tomate el palo y ahora tomatelo
Y ahora tomate el palo, y ahora tomatelo.
Y que Dios te bendiga, y yo te digo adiós
A la gilada ni cabida mi vida ahora decido yo.
Tomate el palo, tomate un avión, tomate un taxi tomate un camión
A Bahía Blanca, La Plata o Morón
yo sigo tranca y vos que papelón.

Al final yo tenia razón (...)

Y ahora tomate el palo y ahora tomatelo
Y ahora tomate el palo, y ahora tomatelo.
Y que Dios te bendiga, y yo te digo adiós
A la gilada ni cabida mi vida ahora decido yo.

Y ahora tomate el palo y ahora tomatelo
Y ahora tomate el palo, y ahora tomatelo.
Y que Dios te bendiga, y yo te digo adiós
A la gilada ni cabida mi vida ahora decido yo.
Que paso? Te re cabió.

Amor

Amor y compasión son dos términos muy ambiguos; podemos interpretarlos de muchas maneras. Generalmente, en nuestras vidas nos acercamos a las cosas con una actitud codiciosa, tratamos de aferrarnos a diversas situaciones para lograr seguridad propia. Puede que veamos a alguien como nuestro bebé, o podría ser que quisiéramos considerarnos a nosotros mismos como niños indefensos y quisiéramos meternos en el regazo de otro. Este regazo podría pertenecer a una persona, a una organización, a la comunidad, al maestro, a alguna figura paterna. Las llamadas “relaciones de amor” usualmente toman una de estas dos formas. O nos están alimentando o alimentamos a otros. Éstas son formas falsas, torcidas, del amor y la compasión. El deseo de comulgar –el que queramos “pertenecer”, ser el niño de alguien, o que queramos que otros sean nuestros niños- es un instinto que parecer ser poderosísimo. Un individuo o una organización o institución o cualquier cosa puede convertirse en nuestro bebé; lo meceríamos en nuestros brazos, le daríamos de beber leche, lo estimularíamos en su crecimiento. O podría ser que la organización fuese la gran madre que nos alimenta continuamente. Sin nuestra “madre” no podemos existir, no podemos sobrevivir. Estas dos formas de manifestación pueden aplicarse a cualquier energía vital que tenga la capacidad de entretenernos. Esta energía puede ser tan sencilla como una amistad casual o como una actividad excitante que quisiéramos llevar a cabo, y puede ser tan complicada como el matrimonio o el escoger una carrera. Queremos manejar la excitación a nuestro gusto o queremos ser parte de ella.
Sin embargo, hay otro tipo de amor y compasión, una tercera manera: no ser otra cosa de lo que uno es. Uno no se reduce al nivel de un niño ni exige que otra persona corra a cobijarse en nuestro regazo. Uno es simplemente lo que es, en el mundo, en la vida. Si uno puede ser lo que es, las situaciones  externas serán lo que son, automáticamente. Entonces, uno se puede comunicar directa y exactamente,  sin abandonarse a ningún tipo de interpretación emocional o filosófica o psicológica. Esta tercera manera de ser compasivo es un estilo equilibrado de apertura y comunicación, el cual automáticamente crea un espacio tremendo, espacio para el crecimiento creativo, espacio en el que se pueda bailar y pueda haber intercambio.
Compasión significa no jugar el juego de la hipocresía y el autoengaño. Por ejemplo, si queremos algo de alguien y le decimos “te amo”, a menudo lo que esperamos es llegar a convencerlo de que se pase a nuestro territorio, a nuestro lado. Este tipo de amor proselitista tiene serias limitaciones. “¡Deberías amarme, aunque me odies; porque yo estoy lleno de amor, ebrio de amor, estoy completamente embriagado!” ¿Qué quiere decir esto? Sencillamente que la otra persona debería entrar resueltamente en nuestro territorio, porque decimos que la amamos, que no le vamos a hacer daño. Esto es muy dudoso. Ninguna persona inteligente se va dejar seducir con este truco. “Si de veras me quieres como soy, ¿por qué me pides que entre en tu territorio? ¿por qué esta cuestión del territorio y estas exigencias? ¿qué esperas de mí? Si accedo a entrar en tu territorio de “amor”, ¿cómo puedo saber que no me vas a dominar, que no vas a crear una situación claustrofóbica con tus exigencias opresivas de amor?” mientras el amor traiga consigo alguna exigencia territorial, los demás sospecharán de esta actitud “amorosa” y “compasiva”. ¿Cómo podemos asegurarnos de que el banquete que se nos sirve no ha sido emponzoñado? ¿es esta apertura la de una persona egocéntrica o es verdadera apertura total?

La característica fundamental de la compasión verdadera es la apertura pura e intrépida que no tiene limitaciones territoriales. No hace falta ser amoroso y bondadoso con el prójimo, no hace falta hablar con palabras dulces y mostrar una sonrisa amable. Este jueguito no viene al caso cuando se trata de compasión verdadera. De hecho, resultaría embarazoso. La apertura verdadera tiene lugar a una escala mucho mayor,  una escala radicalmente grande y abierta, una escala universal. La compasión debe significar para uno el ser tan adulto como se pueda mientras se mantiene una actitud de niño. En las enseñanzas budistas el símbolo de la compasión es la luna que brilla en el cielo y se refleja en cien tazas de agua. La luna no exige: “si te abres a mí, te haré un favor y brillaré dentro de ti”. La luna meramente brilla. Lo importante no es el querer beneficiar o hacer feliz a alguien. No hay un auditorio. No hay “yo” ni “ellos”. Se trata de un regalo abierto, generosidad cabal sin los conceptos relativos de dar y recibir. Esta es la apertura básica de la compasión: abrirse sin exigir. No ser otra cosa que lo que uno es, ser el amo de la situación (…)

Chögyam Trungpa Rimpoché
Más allá del materialismo espiritual

El hambre - Juan José Manauta

Ah;
me olvidaba del hambre.

No me hubiera olvidado quizá de esa gran regidora
si no anduviera junta
con el día y la brisa, con el hombre y sus nubes,
con los atardeceres, mañanas, medios días.
No me hubiera olvidado del hambre si no fuera, quizá,
también la de los árboles
que arraigan en el llano,
si no fuera de pájaros y constelaciones,
el hambre de los peces que remontan el río.

Me olvidaba tal vez porque la luna
gira en el hambre de la escarcha y gira
para el grano aventado.
No me hubiera olvidado
si el hambre no anduviera, junto a los picaflores,
balando en los corderos de septiembre.
No me hubiera olvidado del hambre si no fuera
la de un recién nacido.

Y así olvidaba el hambre
de los seres oscuros de mi tierra.

La suya es como el hambre
del río que se dirige el mar,
o el hambre de los vientos de marzo
que traen la lluvia para el trigo.

Me olvidaba del hambre,
y el hambre yace muerto sobre las tierras blancas
y en las cosechadoras
apagadas, y enmohecidas.

La suya es como el hambre de las cosas viajeras:
golondrinas que vuelven, camalotes
con collares de luz;
y, bajo talas, ñandubays y algarrobos,
y ras de las serpientes.

Puedo decir, del hambre, junto al niño harapiento,
y en la palabra caben los pastores de imágenes,
el ministerio de la rosa, el héroe.
Puedo decir, del hambre, junto al abandonado,
y en la palabra caben
los hombres que han arado y los caballos
que han vuelto con fatiga
y abrevan al atardecer.

El hambre de los míos es el hambre
que proviene desde la tierra vieja,
maternal y asesina,
jugosa y obediente.

¿Y entonces si los ríos concluyen en el mar,
Y si los picaflores hallan la miel
Y a las estrellas retornan cada noche;
por qué, si el día redondo, brillante,
calienta las cosechas;
por qué si las crecientes
vienen y van,
trayendo el limo pesado desde el norte;
por qué, si entre las hojas
un rayo azul asoma y emparente los pólenes;
por qué me había olvidado del hambre;

por qué me había olvidado del hambre de los míos?

( amor )

Es por amor
que al mundo yo le hago frente
y por amor
si caigo me levanto siempre;
y al costado del camino
veo ángeles caídos.

Es por amor
que nunca voy a abandonarte
y por amor
espero lo que vas a darme
y al costado del camino
veo ángeles caídos

Hay una fiesta
y es esta noche
baila conmigo
así te pido dame
Uh uh uh... Mirame... Uh uh uh

Es por amor
que uno hace lo que siente
y por amor
yo sigo y sigo aunque me cueste.
Y al costado del camino
veo ángeles caídos

Hay una fiesta
y es esta noche
baila conmigo
así te pido dame

Uh uh uh... Mirame... Uh uh uh

La pesadilla

Yo soñé que Papá Noel desbarrancaba el trineo
y se iba a cabaretear para navidad con un coche nuevo.
Soñé que los reyes magos, peleados por una mina,
dejaban a los camellos abandonados en una esquina.

Yo soñé que San Antonio, cansado de hacer favores,
se machaba con ginebra para olvidar sus penas de amores.

Ay, ay, ay, ay, qué pesadilla, mamá, no me dejes solo!

Soñé que yo iba a la cancha y no había más choripanes,
que cuatro viejos echaban a Maradona de los mundiales.
Soñé que te ibas muy lejos, que ya no podía verte.
Soñé que haciendo el amor uno se podía contagiar de muerte.

Soñé que San Cayetano junaba contento el mundo
porque el día que todos trabajen él va a tener que buscar laburo.

Ay, ay, ay, ay, qué pesadilla, mamá, no me dejes solo!

Soñé con el cuco malo, soñé con la telesita.
Soñé con trescientas cruces que están clavadas en unas islas.
Soñé que el niño Jesús tenía frío en las patas,
y soñé que el Vaticano estaba repleto de oro y de plata.
Soñé al hombre de la bolsa que había venido a llevarme
y que en el país de las vacas 'taba muy caro el kilo de carne


Ay, ay, ay, ay, qué pesadilla, mamá, no me dejes solo!

¿Siente?

El cuerpo es como la tierra. Es una tierra en sí mismo. Y es tan vulnerable al exceso de edificaciones como cualquier paisaje, pues también está dividido en parcelas, aislado, sembrado de minas y privado de su poder. No es fácil reconvertir a la mujer salvaje mediante planes de remodelación. Para ella lo más importante no es cómo formar sino cómo sentir.
El pecho en todas sus formas desarrolla la función de sentir y alimentar ¿Siente? ¿Alimenta? Es un buen pecho.
Las caderas son anchas y con razón, pues llevan dentro una satinada cuna de marfil para la nueva vida. Las caderas de una mujer son batangas para el cuerpo superior y el inferior; son pórticos, son un mullido cojín, asideros del amor, un lugar detrás del cual se pueden esconder los niños. Las piernas están destinadas a llevarnos y a veces a propulsarnos; son las poleas que nos ayudan a elevarnos, son un anillo para rodear al amante. No pueden ser demasiado esto o demasiado lo otro. Son lo que son.

En los cuerpos no hay ningún “tiene que ser”. Lo importante no es el tamaño, la forma o los años y ni siquiera el hecho de tener un par de cada cosa, pues algunos no lo tienen. Lo importante desde el punto de vista de lo salvaje es si el cuerpo siente, si tiene una buena conexión con el placer, con el corazón, con el alma, con lo salvaje. ¿Es feliz y está alegre? ¿Puede moverse a su manera, bailar, menearse, oscilar, empujar? Es lo único que importa.

Clarissa Pinkola Estess

Paraná en creciente, F. Godoy Cruz

Rotas las compuertas del cielo
e hinchadas las fuentes del abismo
desbordan las aguas
de su cauce
e irrumpen violentas, bermejas,
irascibles.


Viene nomás –dijo el islero
contemplando la lenta e
inexorable
creciente incontenible.

Viene nomás –en resignada
entrega
vio sumergido el ganado, la plantación,
el rancho.

Ausente el pájaro, el animal
el niño,
sólo el silencio sobre el reflejo
líquido.


Erizado su lomo
ocre, cruel, enmarejado,
como revuelco de víboras
en celo,
convulsivo reptil
de nuestro cauce,
invade costas,
sorbe islas,
carcome el suelo.


Cómo espuma el odio
centra tanto verdor,
tanta barranca,
contra tanta escama solar
desparramada.
Embravecida baba de serpiente,
parición de rayas y camalotes,
arrastra el caudal a peces,
a víboras
y ramas
que bogan putrefactos, podridas,
sibilantes.


La muerte y él

Cosa difícil de hacer
como volver a la vida peces
y que así puedan nadar otra vez
en mi sopa de pescado.

La muerte y yo...
y siempre Dios contra todos.
Un pie en el tren
y otro en el anden, ardiendo...

Me he puesto grande, ya ves
sólo le pido a la vida que no me duela
y no estar aquí si cae mas mierda del cielo.

Miro a mis pies y por distracción
recorto mis uñas secas, no son mías ya...
Te digo adiós para bromear -"que el señor te rebendiga!"-

No sirvo y nunca serví para tristes despedidas
Pobre mi amor! Bendito amor! Va saturando un pañuelo...

La larga sombra que vi es la de mi pasado
un paraíso de amor que viví en el corazón del infierno...

Y nunca mas... (ella sigue allí)
ya nunca mas tendré miedo... (luz crepuscular).
Cuando esa luz que crece en mi
sea la que domine el cielo...

Me va alumbrando la luz de los que no respiran...


Indio Solari

kerouackerouackerouackerouackerouac!

Expulsar Pensamientos Airados

Hagan lo que hagan
digan lo que digan, en el
pasado, ahora, todo, deja
que rebote en la roca
de tu alegría (tu espejo).
(…)
De veras, deja que rebote en
la roca de tu alegría,
porque eres
inocente.

(Libre)
Deja que rebote en la
roca de tu alegría el
frío, frótate las manos,
toma infusiones calientes de café
té o hierbas, abalánzate sobre tu
cuaderno de CRIATURA DE LA MEMORIA

con todo y cada unos de los Tics de la Memoria.

Pessoa al paso (como si tal cosa)

El ideal del anarquista es la libertad, la igualdad por la libertad, y la fraternidad por la igualdad en la libertad. Fíjese bien: lo que hay de igualdad  en el sistema anarquista no acompaña la libertad, proviene de ella. Para que pueda haber un sistema intermedio entre el sistema burgués y el anarquismo, y para que por él se pase suavemente hacia el anarquismo, ese sistema intermedio tiene que contener más libertad que el sistema burgués. Si no fuera así,  no es un paso hacia el anarquismo, sino una simple sustitución del sistema burgués por otra cosa, o equivalente, si no hay acrecentamiento de libertad, o peor, si hay decrecimiento.  (…)

Pero lo peor es que no apareció todavía ningún sistema que pueda ser considerado intermedio entre el capitalismo y el anarquismo, que no sólo sea superior en materia de libertad al capitalismo, sino que siquiera le sea equivalente. El socialismo y el comunismo se basan en la idea de igualdad, despreciando la de libertad.

Fernando Pessoa
El banquero anarquista (texto para una proyectada edición corregida)

La madre (Latinoamerica, Calle 13)

Soy lo que dejaron,
soy toda la sobra de lo que se robaron,
un pueblo escondido en la cima,
mi piel es de cuero por eso aguanta cualquier clima.
Soy una fábrica de humo,
mano de obra campesina para tu consumo,
frente de frio en el medio del verano,
el amor en los tiempos del cólera, mi hermano.
El sol que nace y el día que muere,
con los mejores atardeceres.
Soy el desarrollo en carne viva,
un discurso político sin saliva.
Las caras más bonitas que he conocido,
soy la fotografía de un desaparecido.
Soy la sangre dentro de tus venas,
soy un pedazo de tierra que vale la pena.
soy una canasta con frijoles ,
soy Maradona contra Inglaterra anotándote dos goles.
Soy lo que sostiene mi bandera,
la espina dorsal del planeta es mi cordillera.
Soy lo que me enseño mi padre,
el que no quiere a su patria no quiere a su madre.
Soy América latina,
un pueblo sin piernas pero que camina.

Tú no puedes comprar al viento.
Tú no puedes comprar al sol.
Tú no puedes comprar la lluvia.
Tú no puedes comprar el calor.
Tú no puedes comprar las nubes.
Tú no puedes comprar los colores.
Tú no puedes comprar mi alegría.
Tú no puedes comprar mis dolores.

Tengo los lagos, tengo los ríos.
Tengo mis dientes pa` cuando me sonrío.
La nieve que maquilla mis montañas.
Tengo el sol que me seca y la lluvia que me baña.
Un desierto embriagado con bellos de un trago de pulque.
Para cantar con los coyotes, todo lo que necesito.
Tengo mis pulmones respirando azul clarito.
La altura que sofoca.
Soy las muelas de mi boca mascando coca.
El otoño con sus hojas desmalladas.
Los versos escritos bajo la noche estrellada.
Una viña repleta de uvas.
Un cañaveral bajo el sol en cuba.
Soy el mar Caribe que vigila las casitas,
Haciendo rituales de agua bendita.
El viento que peina mi cabello.
Soy todos los santos que cuelgan de mi cuello.
El jugo de mi lucha no es artificial,
Porque el abono de mi tierra es natural.

Tú no puedes …

Você não pode comprar o vento
Você não pode comprar o sol
Você não pode comprar chuva
Você não pode comprar o calor
Você não pode comprar as nuvens
Você não pode comprar as cores
Você não pode comprar minha felicidade
Você não pode comprar minha tristeza

Tú no puedes comprar al sol.
Tú no puedes comprar la lluvia.
(Vamos dibujando el camino,
vamos caminando)
No puedes comprar mi vida.
La tierra no se vende.

Trabajo en bruto pero con orgullo,
Aquí se comparte, lo mío es tuyo.
Este pueblo no se ahoga con marullos,
Y si se derrumba yo lo reconstruyo.
Tampoco pestañeo cuando te miro,
Para que te recuerdes de mi apellido.
La operación cóndor invadiendo mi nido,
¡Perdono pero nunca olvido!

(Vamos caminando)
Aquí se respira lucha.
(Vamos caminando)
Yo canto porque se escucha.

Aquí estamos de pie
¡Que viva Latinoamérica!

No puedes comprar mi vida.

Otra vez la tierra

Yo tampoco sé nunca por qué me maravillas.

Te voy mirando y siento que mis ojos son húmedas semillas transparentes,
que dentro de ellos duerme tu silencio más grávido
y pares la granada de candor del rocío.

A veces tiendes desde tu vientre mineral más oscuro
el ademán sonámbulo invisible del imán, mano de tu memoria, y me acaricias.
Entonces cuento a todos que tú me has recordado,
que en mi barba se mueve tu corazón como un humo levísimo
y como un sueño que anda me fundo en el crepúsculo.

Me quedo viéndote lagrimear añares en la iguana,
crecer desde su cáscara de ananá madurando
y es como si sintiera moverse entre mis manos
amarillenta y vieja y melancólica la yema del otoño.

Hay noches en que el hombre vaciándose en un grito
parte como con sangre medio a medio tu monte.
Entonces te posee entre los griteríos de los pájaros,
llena de sed la boca, el pelo de hojarasca estrujada,
sorbiéndote la piel hasta endulzarse entero.

Lejos, entre en viento y la escoria cariada de la piedra, en La Poma,
te ablandas en la lana leve de los pastores.
Yo les hablo escarbando lo que callan. Les digo que te olviden
y ellos desde sus calles solas miran enmudecidos
el pedregal que cavan las uñas de sus muertos.

Otros días estallas en sus pechos cantando,
los mojas con tu savia golpeándolos con flores coloradas,
los paras en la danza con que te enguirnalda su alegría,
te hacen enternecer y te enamoran
hasta que yacen todos embriagados.

Tú, dormida,
los amamantas como a tu primer hijo, todavía.


Nunca sabré por qué me maravillas.

Manuel J. Castilla

Kundera ~ The unbereable lightness of being

(…) De la confusa mezcla de estas ocurrencias, crece ante Teresa una idea blasfema de la que no puede librarse: el amor que la une a Karenin es mejor que el que existe entre ella y Tomás. Mejor, no mayor. Teresa no quiere culpar a Tomás ni culparse a sí misma, no pretende afirmar que pudieran quererse más. pero le da la impresión de que la pareja humana está hecha de tal manera que su amor es a priori de peor clase de la que puede ser (al menos en su caso, que es el mejor) el amor entre una persona y un perro, esa extravagancia en la historia del hombre, probablemente no planeada por el Creador.
Es un amor desinteresado: Teresa no quiere nada de Karenin. Ni siquiera le pide amor. Jamás se ha planteado los interrogantes que torturan a las parejas humanas ¿me ama?, ¿ha amado a alguien más que a mí?, ¿me ama más de lo que yo le amo a él? Es posible que todas estas preguntas que inquieren acerca del amor, que lo miden, lo analizan, lo investigan, lo interrogan, también lo destruyan antes de que pueda germinar. Es posible que no seamos capaces de amar precisamente porque deseamos ser amados, porque queremos que el otro nos dé algo (amor) en lugar de aproximarnos a él sin exigencias y querer sólo su mera presencia.

Y algo más: Teresa aceptó a Karenin tal como era, no pretendía transformarlo a su imagen y semejanza, estaba de antemano de acuerdo con su mundo canino, no pretendía quitárselo, no tenía celos de sus aventuras secretas. No lo educó porque quisiera transformarlo (como quiere el hombre transformar a su mujer y la mujer a su hombre), sino para enseñarle un idioma elemental que hiciera posible la comprensión y la vida en común. (…)


Karensansui


A veces, sólo a veces...
Retirarse no es rendirse,
ni estar en contra es agredir.
Cambiar no es hipocresía
y derrumbar no es destruir.
Estar a solas no es apartarse,
y el silencio no tener qué decir.
Quedarse quieto no es por pereza,
ni cobardía es sobrevivir.
Sumergirse no es ahogarse,
ni retrocedes para huir.
No se desciende trastabillando,
ni el cielo ganas por bien sufrir.
Y las condenas no son eternas,
ni por perdones vas a morir.
A veces, sólo a veces...
Hace falta lograr soltarse,
izar las velas, abandonarse,
dejar que fluya, que el viento cambie,
cerrar los ojos y enmudecer


María Guadalupe Munguía Tiscareño

Bocadito de Coetzee



Sólo hay un pero. Hace un año que escribió su último verso. ¿Qué le ha pasado? ¿Es verdad que el arte sólo surge en la tristeza? ¿Debe volver a sufrir para escribir? ¿No existe también la poesía del éxtasis, incluso una poesía del críquet a la hora del almuerzo como forma del éxtasis? ¿Importa de dónde nazca el ímpetu poético mientras sea poesía?

John Maxwell Coetzee
Juventud
Editorial Sudamericana
(2010)

Confesión del viento - Liliana Herrero



El viento me confió cosas
que siempre llevo conmigo.
Me dijo que recordaba
un barrilete y tres niños,
que el sauce estaba muy débil,
que en realidad él no quiso,
que fue uno de esos días
que todo es un estropicio.

Me dijo que los pichones
a veces de apresurados
caen al suelo indefensos
y él no consigue evitarlo.
Me habló de arenas de agosto,
de cartas de enamorados,
del humo en las chimeneas,
del fuego abrazando el árbol.

Iba quebrado de culpas
y seguía confesando.
En su lomo de distancias
no cabalgaba ni un pájaro.
Era un fantasma ese viento,
un alma en pena penando
y en ese telar de angustias
tejió sus babas el diablo.

Me dijo que recordaba
que en realidad él no quiso
un barrilete y dos niños
me habló de arenas al cielo
y chimeneas al piso,
de cartas de enamorados,
que todo es un estropicio.

Era un fantasma ese viento,
tejió sus babas el diablo,
iba quebrado de culpas
y no consigue evitarlo
en ese telar de angustias
el fuego abrazando el árbol,
el sauce estaba muy débil
y seguía confesando.

Le pregunté por las chapas
del techo de los de abajo
dijo: “el hombre ha de luchar
para conseguir los clavos
en vez de hincarse a rezar
para olvidar sus quebrantos
o de sentarse a esperar
regalos eleccionarios”.

Me sorprendió la respuesta
pero no quise atajarlo,
pues cuando lleva razón
vaya, quién quiere pararlo.

El viento me confió cosas
que siempre llevo conmigo,
que siempre llevo conmigo.

Monedas de sol


Monedas de sol sobre la arena,
se las lleva el tiempo como a mis huellas.
Monedas de sol, barcos de niebla,
espejos del sueño, de quien te sueña.

El sauce sembró en la siesta, monedas de oro,
temblaban sobre su sombra para mí solo.
Fortuna de cortas horas, ay, sauce moro,
el sol galopó la tarde con su tesoro.

Soñé que compraba un barco de fina niebla,
con oro de antiguos soles, viejas monedas.
Fortuna de cortas horas, barcos de niebla,
con él navegué en silencio, mis horas lentas.

El sol llevó al horizonte, su potro de oro
y fue moneda de cobre, su disco rojo.
Y supe al mirar mis manos, de transparencia,
que el barco a mí me soñaba, yo era de niebla.
Yo era de niebla.

Chacho Müller

La persistencia de la antigua cólera


En caso de que la cólera vuelva a convertirse en un obstáculo para el pensamiento y la acción creativa, conviene suavizarla o modificarla. En las mujeres que se han pasado un considerable periodo de tiempo superando un trauma, tanto si este se debió a la crueldad, el olvido, la falta de respeto, la temeridad, la arrogancia, o la ignorancia de alguien, como si se debió simplemente al destino, llega un momento en que hay que perdonar para que la psique pueda liberarse y recuperar su estado normal de paz y serenidad.
Cuando una mujer tiene dificultades para dar rienda suelta a la cólera o la rabia, ello suele deberse a que utiliza la cólera para fortalecerse. Y, si bien tal cosa pudo haber sido oportuna al principio, más tarde la mujer tiene que andarse con cuidado, pues una cólera permanente es un fuego que acaba quemando su energía primaria. La persistencia en dicho estado es algo así como pasar vertiginosamente por la vida y tratar de vivir una existencia equilibrada pisando el acelerador hasta el fondo.
Sin embargo, el ardor de la cólera no se tiene que considerar un sucedáneo de una vida apasionada. No se trata de la vida en su plenitud; es una actitud defensiva que cuesta mucho mantener cuando esa actitud ya no es necesaria para protegerse. Al cabo de algún tiempo, la cólera arde hasta alcanzar unas temperaturas extremadamente altas, contamina nuestras ideas con su negro humo, y obstruye otras maneras de ver y comprender.
Pero no pienso mentir descaradamente y decirle a una mujer que hoy o la semana que viene podrá eliminar toda su cólera y esta desaparecerá para siempre. La ansiedad y el tormento del pasado afloran en la psique con carácter cíclico. Aunque una profunda purificación elimina buena parte del dolor y la antigua cólera, el residuo jamás se puede borrar por completo. Tiene que dejar unas ligeras cenizas, no un fuego devorador. Por consiguiente, la limpieza de la cólera residual debe convertirse en un ritual higiénico periódico que nos libere, pues el hecho de llevar la antigua cólera más allá del extremo hasta el que nos podía ser útil equivale a experimentar una constante ansiedad, por más que nosotras no seamos conscientes de ella.
A veces la gente se confunde y cree que el hecho de quedarse atascada en una antigua cólera consiste en armar albortoo, alterarse y arrojar objetos por ahí. En la mayoría de los casos no consiste en eso. CONSISTE MÁS BIEN EN UNA PERENNE SENSACIÓN DE CANSANCIO, EN ANDAR POR LA VIDA BAJO UNA GRUESA CAPA DE CINISMO, EN DESTROZAR TODO AQUELLO QUE ES ESPERANZADOR, TIERNO, PROMETEDOR.  CONSISTE EN TENER MIEDO DE PERDER ANTES DE ABRIR LA BOCA. CONSISTE EN ALCANZAR POR DENTRO EL PUNTO DE IGNICIÓN TANTO SI SE NOTA POR FUERA COMO SI NO. Consiste en observar unos irritados silencios de carácter defensivo. Consiste en sentirse desvalida. Pero hay un medio de salir de esta situación y este medio es el perdón.
“Ah, ¿el perdón?”, dices. Cualquier cosa menos el perdón, ¿verdad? Sin embargo, tú sabes en lo más hondo de tu corazón que algún día, en algún momento, llegarás a ello. Puede que no ocurra hasta el momento de la muerte, pero ocurrirá. Piensa en lo siguiente: muchas personas tienen dificultades para conceder el perdón porque les han enseñado que se trata de un acto singular que hay que completar en una sola sesión. Pero no es así. El perdón tiene muchas capas y muchas estaciones. En nuestra cultura se tiene la idea de que el perdón ha de ser al ciento por ciento. O todo o nada. También se nos enseña que perdonar significa pasar por alto, comportarse como sí algo no hubiera ocurrido. Tampoco es eso.
La mujer que es capaz de otorgar a alguien o a algo trágico o perjudicial un porcentaje de perdón del noventa y cinco por ciento es casi digna de la beatificación cuando no de la santidad. Un setenta y cinco por ciento de perdón y un veinticinco por ciento de “No sé si alguna vez podré perdonar del todo y ni siquiera sé si lo deseo” es más normal. Pero un sesenta por ciento de perdón acompañado de un cuarenta por ciento de “No sé, no estoy segura y todavía lo estoy pensando” está decididamente bien. Un nivel de perdón del cincuenta por ciento o menos permite alcanzar el grado de obras en curso. ¿Menos del diez por ciento? Acabas de empezar o ni siquiera lo has intentado en serio todavía.
Pero, en cualquier caso, una vez has alcanzado algo más de la mitad, lo demás viene por sus pasos contados, por regla general con pequeños incrementos. Lo más importante del perdón es empezar y continuar. El cumplimiento es una tarea de toda la vida. Tienes todo el resto de la vida para seguir trabajando en el porcentaje menor. Está claro que, si pudiéramos comprenderlo todo, todo se podría perdonar. Pero la mayoría de la gente necesita permanecer mucho tiempo en el baño alquímico para llegar a eso. No importa. Contamos con la sanadora y, por consiguiente, tenemos la paciencia necesaria para cumplir la tarea.
Algunas personas, por temperamento innato, pueden perdonar con más facilidad que otras. En algunas se trata de un don, pero en la mayoría de los casos es un don que hay que aprender tal como se aprende una técnica. Parece ser que la vitalidad y la sensibilidad esenciales afectan a la capacidad de pasar por alto las cosas. Una fuerte vitalidad y una alta sensibilidad no siempre permiten pasar fácilmente por alto las ofensas. No eres mala si te cuesta perdonar. Y no eres una santa si lo haces. Cada cual a su manera y todo a su debido tiempo.
Sin embargo, para poder sanar realmente, tenemos que decir nuestra verdad, no sólo nuestro pesar y nuestro dolor sino también los daños, la cólera y la indignación que se provocaron y también qué sentimientos de expiación o de venganza experimentamos. La vieja curandera de la psique comprende la naturaleza humana con todas sus debilidades y otorga el perdón siempre y cuando se le diga la pura verdad. Y no sólo concede una segunda oportunidad sino que muy a menudo concede varias oportunidades.
Veamos ahora cuáles son los cuatro niveles del perdón. Estas fases las he desarrollado y utilizado en mi trabajo con personas traumatizadas a lo largo de los años. Cada nivel tiene varios estratos. Se pueden aplicar en el orden que uno quiera y durante todo el tiempo que desee, pero yo los he dispuesto en el orden en el que animo a mis clientes a empezar a trabajar.
Las cuatro fases del perdón
1. Apartarse — Dejar correr
2. Tolerar — Abstenerse de castigar
3. Olvidar — Arrancar del recuerdo, no pensar
4. Perdonar — Dar por pagada la deuda


Pinkola Estés, Clarisa
Mujeres que corren con los lobos