Una carta de amor no enviada
Doris Lessing, en Cuentos europeos
(fragmento)
Sí, ya vi la cara que puso tu
mujer cuando dije: “Tengo tantos maridos que no necesito uno”. No cruzó ninguna
mirada contigo, pero fue porque no hacía falta; luego, cuando llegasteis a
casa, observó: “¡Qué comentario tan afectado!”, y tú respondiste: “No olvides
que es actriz”. Lo dijiste refiriéndote a lo mismo a lo que yo me habría
referido si lo hubiera dicho, estoy segura. Y quizás ella lo vio del mismo
modo. Así lo espero, porque sé cómo eres, y si tu mujer no entiende lo que
dices, entonces de trata de una debilidad por tu parte que no te perdono. Si yo
puedo vivir sola y sin ninguna exigencia, tú debes tener una mujer que sea tan
buena como tú. Mis maridos, aquellos que prenden fuego a mi alma (sí, ya sé que
tu mujer se sonreiría si usara esta frase), están a tu altura… sé que me estoy
delatando al confesar lo mucho que me dolió la cara que puso tu mujer. ¿No
sabía que incluso entonces estaba representando un papel? Oh, no, después de
todo no te perdono a tu mujer, no, no te la perdono.
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