Murakami ad hoc, o Cómo te quedó el ojo

La miro a la cara.
-¿Cuánto tardaré en acostumbrarme a este lugar?
-¿Cuánto tiempo? -repite ella. y mueve despacio la cabeza en ademán negativo-. No lo sé. no es una cuestión de tiempo. No tiene nada que ver con la cantidad de tiempo. cuando llegue el momento, tú ya te habrás acostumbrado.
(...)
-¿El momento?
-El momento en que tú descubras que no es necesario cortarte nada de ti mismo para arrojarlo fuera. Nosotros no lo desechamos, nosotros los asimilamos en nuestro interior.
-¿Y yo lo asimilaré en mi interior?
-Sí.
-Entonces -pregunto-, cuando ya lo haya asimilado, ¿qué diablos ocurrirá?
La niña reflexiona con la cabeza algo ladeada. Un gesto muy natural. Su flequillo también se ladea al compás del movimiento de cabeza.
-Pues, quizá, que tú seas enteramente tú -dice.
-O sea, que yo ahora no soy enteramente yo.
-Tú, ahora, eres tú más que de sobra -dice ella. reflexiona un poco-. a lo que yo me refiero es a algo ligeramente diferente. Pero no sé explicarlo con palabras.
-¿Que no lo entenderé hasta que llegue el momento en que lo experimente en la realidad?
Ella asiente.

Haruki Murakami
Kafka en la orilla

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