Mis obstáculos son obstinados, y me duele el corazón en cuanto intento romperlos.
No necesito más que la liberación, pero me avergüenza esperarla.
Estoy seguro de que hay en ti una inestimable riqueza, y de que eres mi mejor amigo, pero no me atrevo a barrer de mi estancia los oropeles que la llenan.
La sábana que me cubre es una mortaja polvorienta; la detesto, pero la abrazo con amor.
Muchas son mis deudas, incontables mis desfallecimientos, mi vergüenza es insoportable y secreta, pero cuando vengo a suplicar mi bien, tiemblo de miedo pensando que mis ruegos puedan ser atendidos.
R. Tagore, en Gitanjali.
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